4 abr 2012

El templo de Itsukushima.


 La atracción principal de la isla de Miyajima, frente a la costa de la ciudad de Hiroshima, es el templo de Itsukushima, famoso por su gran torii rojo alzado en la misma playa y cuya base queda sumergida durante la marea alta. Debe ser uno de los puntos más fotogénicos de Japón.

 












Los venados son libres de ir y venir por la isla; esta familia tuvo suerte de posar con uno.



Al retrasarme un poco para tomar esta foto, Hiroko y los suegros se me perdieron de vista. 
Como solo vi un camino posible, es decir, hacia el templo, supuse que se me habían adelantado. Así que allá voy.




Todas estas fotos, pues, las fui tomando aún y con un grave sentido de aprensión. ¿Qué si no los encontraba? Qué pena, estarles causando una preocupación... y qué vergüenza, además. 

Mi apuro contrastaba con el espíritu de tranquilidad y armonía con la naturaleza que el templo inspira.




La marea iba bajando. Cuando ésta sube, todo el templo queda sobre las olas.







Uno de los vestíbulos centrales del templo, que es más o menos simétrico. El torii en la playa queda justo enfrente. 




El farol queda justo entre el torii y el recinto, fungiendo como una especie de punto central de la playa misma.

Habiendo recorrido el templo completo, no vi nunca a la familia. Ahí fue donde realmente me sentí en problemas... y donde descubrí que había otro camino posible, que no pasaba por el templo, sino que bajaba por la playa. Sabiendo que si salía del templo no podría volver a entrar por el mismo lado, decidí regresar por el mismo templo, desandando el camino, hasta llegar al farol de la foto superior, y desde ahí escudriñar la playa, por si acaso la familia estaba ahí - o por si en ese tiempo perdido, ellos también habían entrado al templo.

Y ahí, en el farol, mi mirada se encontró con la de Hiroko y su hermano, a la derecha, en el camino de ida hacia el templo. Habían efectivamente bajado a la playa a tomarse fotos junto al torii

Así que regresé a la entrada del templo y el resto del recorrido ya fue junto a la familia, ya tranquilo, pero terriblemente apenado. Sumimasen, sumimasen...


No que la pena me detuviera de seguir tomando fotos, claro.


Algunas zonas, como éstas, están cerradas al público. Esto en particular parece ser un antiguo escenario teatral.






El farol que me salvó la vida.















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En el siguiente post: atardecer y noche en Hiroshima.

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