22 feb 2011

El museo de Taro Okamoto


Pues llegamos al Museo de Taro Okamoto (岡本 太郎), uno de los artistas preferidos de mi novia Hiroko, enclavado en el barrio de Aoyama, en Tokyo. 


Este es uno de los dos museos dedicados a la persona y la obra de Okamoto. El otro se encuentra en la prefectura de Kanagawa. El museo que estamos visitando fue, en el pasado reciente, la casa y estudio del artista, de modo que se entra por el jardín, lleno de obras.



Afortunadamente, la fotografía está permitida en todo el museo, así que en vez de (o además de?) aburrirlos con datos fríos, les comparto la obra de este famoso pintor y escultor.


Okamoto nació en 1911. Estudió arte en Francia en los años 30's, lo que le permitió familiarizarse con las corrientes vanguardistas de la época, en especial el surrealismo. Sin embargo, la mayor parte de su producción artística se realiza después de la Segunda Guerra Mundial.


Esta serie de fotografías cuelga sobre el vestíbulo; aquí Okamoto posa (de manera peculiar) frente a una de sus obras más reconocibles: la "Torre del Sol", erigida para la Expo Mundial de Osaka 70.


 A través de sus fotografías, obras originales y reproducciones, e incluso videos que se proyectan en la casa, el visitante puede interactuar con la obra de Okamoto y conocerla a un nivel personal.


En efecto, su huella como promotor del arte es innegable. "El arte es una explosión" y "el arte es magia" son dos de las frases más célebres de Taro, quien no duda en expresarlo de mil formas.  


Esto es, aunque no parezca a nuestros ojos occidentales, un estudio caligráfico.

 
En dicho estudio, y si bien la caligrafía tradicional es monocroma, Taro no teme en darle rienda suelta a la expresividad del color. 


Esta serie de "garabatos" son en realidad kanjis muy estilizados, que buscan acercarse al significado de cada término según sus formas y colores. 



Ya antes mostré un par de fotos de este gigantesco cartel, que domina una de las paredes de la casa, justo al entrar, y se extiende por sus dos pisos de altura.


Las barreras para evitar el acceso son pocas. Los visitantes pueden explorar sin presión. 



Enterrado en caligrafía, una reproducción de la Torre del Sol.






Estilización del kanji , que significa "flor".



Taro Okamoto tenía una relación especial con México, país que visitó varias veces. Cuando conoció las figuras precolombinas que representaban a hombres y dioses, se sorprendió de que su arte "hubiera sido copiado por gente tan antigua". En México dejó también algo de su arte: un gran mural que fuera comisionado para el fallido proyecto del Hotel de México, en los sesentas (hoy el World Trade Center de la Cd. de México); este mural fue "redescubierto" en los años 90 y llevado a Tokyo, a Shibuya, para el disfrute de los miles de personas que pasan frente a él.


Una de las secciones del museo está dedicada al artista detrás de la obra.


Nos recibe la figura de cera de Taro, como invitándonos a sentarnos en su sala, llena de objetos extraños y fascinantes. 


Dos particularidades en esta fotografía. A la derecha, las sillas de mimbre, realizada con técnicas artesanales aprendidas en México. A la izquierda, las manos: la azul representando a Taro; la roja a su hija adoptiva, que aún vive y que a la muerte de su padre, se dedicó a que su memoria fuera debidamente preservada.





El mural al fondo de la sala evidencía la influencia cubista. Por otro lado, junto al tótem blanco, una muestra de arte tradicional del sureste mexicano. Atrás de la silla blanca, otra reproducción de la Torre del Sol - acaso la maqueta original. 



En esta foto se pueden apreciar las dimensiones reales de la Torre del Sol. 


Otra de las piezas realizadas para la Expo de Osaka 70 fue este dirigible.


El último cuarto, más allá de la sala, es el estudio. Montones de lienzos, blancos o inacabados, yacen en los estantes. Todo está dispuesto de modo que pareciera que, en cualquier momento, el artista llegaría a reanudar su trabajo. Los pinceles, las pinturas, las herramientas originales: todo está aquí. 



Otros aspectos del estudio.



"Be Taro": en su propósito de divulgación del arte, que siempre acompañó a Okamoto y que su museo perpetúa, se invita a los visitantes a "ser Taro". Abajo de este cuadrito (pintado, a manera de sello tradicional japonés, en el inmenso mural caligráfico de la entrada) se encuentra un cuaderno y algunos crayones, donde los visitantes (en especial los niños, supongo) han reproducido algunas de las obras del artista, o realizado composiciones originales bajo su estilo, según lo que acaban de ver. Así, la obra termina de transmitirse hacia el espectador, que se vuelve, efectivamente, parte de ella. 


Se va haciendo de tarde y hay que ir de regreso, pero antes, una vueltita por el jardín. 


Campana al estilo de las empleadas tradicionalmente en los templos budistas.


Quien haya visto algunas obras de Studio Ghibli, como Princess Mononoke, quizás reconozca ciertas influencias del estilo de Okamoto hacia el diseño de personajes como los espíritus del bosque. 






Es una pequeña jungla, resumida en un jardín.



Hora de reanudar el recorrido. Meiji Jingu, nuestro último objetivo del día, aún queda algo lejos y ya comienza a atardecer.

19 feb 2011

Omotesando


 Comenzamos a caminar por la zona de Omotesando (表参道).


Esta es una zona lujosa, llena de tiendas de moda, arte y otros portentos del consumismo. 
En la temporada navideña, la avenida Omotesando es trradicionalmente decorada con foquitos.


En esta zona los edificios son tan vanguardistas como lo que alojan. 
Esto es un aspecto externo de Omotesando Hills, un centro comercial cuyo diseño se le debe a Tadao Ando, quizás el arquitecto japonés más reconocido internacionalmente, y cuya vida ha sido memorable: habiendo solo terminado la preparatoria y tras trabajar como conductor de camiones, comenzó a aprender la arquitectura por su cuenta, sin enseñanza formal.


Tadao Ando busca adaptar el edificio a las formas naturales del lugar (y no al revés). 


Otra vista de Omotesando Hills, donde apreciamos las formas sobrias y rectas que sus obras suelen tener; algunos de estos rasgos, al igual que el aprovechamiento de la luz natural, suelen ser comparados con los de la obra del mexicano Luis Barragán.


En Omotesando coexisten algunas de las marcas más exclusivas del mundo. Aquí, uno de los edificios al que entraremos luego; se alcanza a ver el letrero de Bulgari, que tiene un par de establecimientos. 


Al lado de ese edificio, una mole blanca que en la tarde se iluminará de colores.




 Dentro de Omotesando Hills se supone que uno no puede tomar fotografías, de modo que disponen de este punto para hacerlo.


Claro que en este momento saqué mi tarjeta de baka gaijin, saqué la cámara e hice como que no sabía qué rollo. Esto está en el lobby del centro comercial. Ya entrando, todo parece querer decir: "esto no será barato".


 Feliz año nuevo y felices artículos superfluos nuevos.


Recordarán lo mencionado antes sobre el empleo de la luz natural. El edificio entero está dispuesto en forma cuadrangular, con un tragaluz arriba que irradia a todo el edificio. En la foto podrán notar que los pasillos tienen una configuración extraña... en realidad, no hay varios niveles en el sentido estricto, sino que hay un solo pasillo que es una gran espiral, en un declive poco pronunciado. Así que es posible entrar, ir derecho por el pasillo y eventualmente recorrer todo el centro comercial.


Pero también hay algunas escaleras eléctricas, por si se decide no hacer tan largo el camino. Nosotros las usamos para subir al último 'nivel' y así ir descendiendo.


Como buen centro comercial, el último nivel es el de las comidas. Claro que, en este caso, estamos hablando de puros restaurantes gourmet, de especialidades... en uno de ellos, vimos cómo preparaban un exuberante postre flameado y luego lo servían a una tokyota solitaria.

Muchos aparadores después, salimos a la calle de nuevo. 




Volvimos a cruzar la avenida (aquí la gente sí usa los pasos peatonales).



Recordarán el letrero de Bulgari de hace rato. Bueno, pues se refiere a esto: a un café gourmet. No entramos, pero se veía bastante refinado, con colores chocolatosos en el interior.



Lo cual tiene sentido, porque también es una chocolatería gourmet.


 Una muestra de lo que encontramos en las tiendas del lugar.


Esto fue tomado en un lugar muy particular: la tienda de diseño de MOMA, el Museo de Arte Moderno de Nueva York. El MOMA no tiene un museo en Tokyo, pero sí tiene esta tienda, donde vende los mismos productos de diseño vanguardista que en EU, más ciertas adiciones de diseñadores japoneses. A escondidas, esta foto de algunos relojes.


El ambiente general de la tienda.


En el último piso del edificio comimos... pero no aquí (un restaurante tradicional, pero gourmet, aparentemente)...


...sino en esta cafetería de corte occidental, "Omotesando Café".



Notarán que la atmósfera era, pues, trendy,





La comida no estuvo mal, si bien no fue tan abundante. Comimos ensalada y un sándwich de rosbif.



La carne del sandwich era de término medio. No estaba mal (aunque a Hiroko le causaría problemas estomacales más tarde).



Para rematar, té. Noten los terrones de azúcar, uno de los cuales es de azúcar morena.



A seguir caminando.


Seguimos recorriendo la avenida Omotesando. Aquí, otras dos marcas; seguro al menos reconocerán una.


Aparador de primorsas cerámicas.



Una iglesia cristiana. Fui informado por Hiroko de que en esta zona residen muchos extranjeros - eso explicaría la iglesia y también el que el letrero esté en inglés.


Un vendedor callejero muestra su mercancía: bonsáis. 


 En una esquina con otra avenida, encontramos faroles japoneses. Más tarde en el viaje descubriré su importancia en la espiritualidad japonesa.


Estamos entrando ahora a la zona llamada Aoyama, que además de las tiendas lujosas contiene oficinas y lujosas residencias. 


 Cerco de un templito, de esos que pasan desapercibidos si uno no pone atención.


Este edificio pertenece a una famosa tienda de diseñador. La arquitectura es peculiar.



Tras un rato de caminar, llegamos a otro de los objetivos de este día (y por el cual hemos venido a Aoyama): el Museo de Taro Okamoto, que les mostraré en el próximo post.