24 nov 2021
Gratitud
20 feb 2021
Lo que he hecho con mi vida, otra vez.
Lo último que supiste de mí, lector, es que vivía yo muy contento en Saltillo, Coahuila con mi prometida Hiroko.
Algunas cosas han cambiado. Sigo viviendo contento. Ya no estoy con mi prometida Hiroko, pero sí con mi esposa Hiroko. (Es la misma persona, sí.) Notablemente, ya no estoy en Saltillo, ni en Coahuila, y ni siquiera en México.
Verás.
Hacía falta un cambio en mi vida. Me había estancado en lo profesional. No diré que no fue, en parte, mi culpa... pero sí diré que solo en parte lo fue. Al final, era necesario salir, cambiar de aires.
En Coahuila dejé muy buenos amigos y una vida relativamente estable. Hiroko fue a perseguir sus sueños profesionales al Bajío. Mi idea era ir con ella en cuanto encontrara otra oportunidad de trabajo - y esta vez realmente programando. Buscaba un trabajo remoto, idealmente, pero estaba abierto a mudarme dependiendo de la oportunidad.
Lo que no esperaba es que esa oportunidad llegara del Valle del Silicio.
Ocurrió todo a una velocidad impresionante. Un fin de semana asistí invitado a una ronda de entrevistas en Guadalajara, organizada mediante la empresa de mi ahora estimado amigo Jason, para trabajar en una de las grandes compañías de software. Obtuve una llamada telefónica esa misma tarde: había una oferta, una plática que hacer con mi prometida, una decisión de vida.
La semana siguiente estaba de regreso en Saltillo. Ya estábamos en proceso de dejar nuestro departamentito allá; la idea era mudarnos a León. Hubo que acelerar el trámite. Decirle adiós a amigos. Ver la vieja oficina (¡casi siete años!) por última vez.
En agosto llegué al Aeropuerto Internacional de San Francisco. Jason y los suyos nos acogieron, a mí y a otros cuatro mexicanos, como si fuéramos familia. Me establecí en Dublin, un suburbio tranquilo alojado en un fresco valle interno del Área de la Bahía. Escogí por vivienda un lugar cercano al transporte público; los seguidores de este blog (si todavía los hay) quizás recuerden que soy fanático de los trenes y metros. Una semana después comenzó mi aventura en Lyft.