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15 feb 2012

Templos vespertinos en Kyoto.

Como vieron en el post anterior, el templo Kiyomizu, que incluye impresionantes estructuras de madera (de las más grandes del mundo) es bastante concurrido en el año nuevo. Nuestro recorrido ahí no duró mucho y fue regulado, más que nada, por el ritmo de la gente que nos apretujaba y nos llevaba.

Ni siquiera pudimos visitar la fuente de purificación, que contiene agua de manantial y que la gente toma; tiene una de tres opciones (pero solo puede tomar una): cada una supuestamente confiere mayor suerte, mayor inteligencia o más dinero, según la que se elija. (Al menos así me lo platicaron a mí; al parecer hay varias versiones.)

Existe una expresión en japonés: "ser tan valiente como para saltar desde la terraza de Kiyomizu" (la cual tiene una altura de 13 metros).

Después de ahí nos encaminamos hacia otro templo famoso, el Yasaka, pero para hacerlo hubimos de escurrirnos por las igualmente concurridas callecitas de alrededor, llenas de comerciantes, olores y sabores interesantes.
La calle Matsubara, que es una de las dos que "bajan" desde el templo.


Yum, panecitos rellenos y calientitos pa'l frío y el antojo.

 

Relleno de crema de té verde.


El mío estaba relleno de crema de castañas.





Vista de una de las callecitas laterales por las que nos metimos.

Los comercios no se daban abasto. Esta zona de los cerros orientales de Kyoto es especialmente demandada en esta época del año.

Algunas personas reciben el año nuevo con kimonos.



Esto era un tipo de mochi como frito.

Y que encontramos una tienda con artículos de Estudio Ghibli. Realmente me resistí por comprar unos peluches de mi ídolo el nekobasu

Todos con Totoro, siempre tan esponjosito.

Aquí ya vamos llegando al siguiente templo. Hay aquí un Buda gigante al que no visitamos porque estaba muy cara la entrada.

La pagoda de Yasaka está cerca, aunque no la visitamos.

Al menos le tomamos foto.  Este Buda es el Ryozen Kannon.






 
Así que mejor llegamos al templo Kodaiji, que está justo al lado. Abajo, un mapa ilustra las inmediaciones del templo.



En este templo le dedican espacio a la educación del público con respecto a las efigies y los elementos que lo compoonen. 


Estas eran, por ejemplo, las estatuas de Toyotomi Hideyoshi y su esposa Nene, personajes históricos que son recordados especialmente en este templo. Se supone que al tocarlas se ganan "méritos" en favor de una feliz vida en pareja.

Hideyoshi fue un importante militar del Siglo 16, en la época en la que éstos (que no los emperadores) tenían el poder real en Japón. Sucesor de Oda Nobunaga, quien sojuzgó y unificó bajo su mando a muchos de los jefes de diversas provincias japonesas, el legado de Hideyoshi fue un periodo de florecimiento para el país; estableció muchas de las reglas que regularían al país hasta la era moderna, como el establecimiento de estratos sociales rígidos, la regla de que solo los samuráis podían llevar armas, y la creación de censos. También contribuyó a establecer la importancia de la cultura del té (y de la ceremonia del té).

La razón por la que estos personajes históricos son recordados en este templo budista es porque Nene fue la fundadora del templo, el cual fue hecho con el expreso propósito de rezar por su difunto esposo.

No obstante todo lo anterior, noten, por favor, que los japoneses hasta las estatuas tradicionales las hacen kawaii. Imagínense que a alguien se le ocurriera en México hacer una estatua así de Hidalgo o de Juárez.  ¡Lo cuelgan!


Otra estatua para tocar. Se supone que al tocar el toro se obtiene salud: el toro lleva tu carga de dolor por ti.

 La deidad que Nene reverenciaba está aquí, y se supone que al dar tres vueltas al templito se cumplen deseos.

Darle vueltas a estas ruedas, que llevan inscrito el mantra del corazón, también puede otorgar "méritos". 

Aquí la explicación de lo de las ruedas.



No entramos al recinto del templo Kodaiji, saliendo en vez de ello por una puerta lateral que daba a un hermoso sendero.




 


Aquí nos vamos acercando al último templo del día, el Yasaka.


Encontrábamos estos curiosos "taxis" jalados por gente. (Eran caros.)





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En el próximo post: el templo Yasaka.

31 ene 2012

Comida orgánica y marcha vespertina.


Tanta gente había, que decidimos mejor salir de la calle del mercado de comidas.

Japoneses haciendo cola - algo que nos tocó ver muchas veces este día. En este caso, es para comprar tamagoyaki.




Decidiendo qué dirección tomar. Pronto sería hora de ir a recibir a otra de las amigas del grupo.


En una tienda vendían pato asado ("kamoroosu").



Interminable concatenación de tienditas interesantes. 






De regreso en una de las calles comerciales techadas, esta tienda se dirige al público extranjero.





Miren, una llama.


Terminamos llegando a otra de las avenidas, en este caso Shijo (Av. 4), que corre de oriente a occidente.



Está bordeada por grandes edificios de oficinas y comercios. 

Un teatro. 

En este letrero se anuncia que al caminar sobre la calle Shijo se tiene internet gratis.

Terminamos llegando a esta tienda departamental, "Daimaru" ("gran bola") donde esperaríamos un rato.


Aquí nos vimos finalmente con Saori, amiga de la escuela de Hiroko, Satomi y Minori.
 Juntos caminamos hasta el siguiente objetivo, en una de las callecitas del área.


Se trata de un restaurante de comida orgánica.


El lugar en sí no es muy pretencioso. 

Radiador. Como un ventilador, pero emite calor en vez de aire. Es otra de esas cosas que uno se pregunta por qué no existen acá.


No nos podían acomodar por ser cinco... así que esperamos un rato en el frío.

Saori al fondo.


Cuando al fin pasamos, tuvimos acceso a un menú tipo buffet. 
Las comidas eran todas preparadas con ingredientes no solo orgánicos, sino de la localidad, reduciendo efectivamente la huella de carbono del restaurante. La verdura de Kyoto, por cierto, tiene muy buena fama en Japón.


Aquí en nuestra mesa, de derecha a izquierda: Saori, Minori, Satomi y un servidor.

Un servidor, luego Satomi arriba, Hiroko abajo, y Saori hasta la derecha. 

El menú consistía de cerca de unos 20 platillos diferentes, con énfasis en la cocina tradicional japonesa. El ambiente del lugar era también muy tradicional y casero, todo de madera, calientito y agradable. Los lavabos estaban por fuera de la estancia.


Había un cargo extra si dejabas comida en el plato, así que más valía servirse solo lo que te fueras a comer. Ahora bien, para cada platillo había una explicación (no entendible por mí) de la procedencia de las materias primas.






La barra del buffet.




Y eso sí, prohibido usar celulares, que aquí estamos para disfrutar la comida en paz. 

  


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Terminando la comida, fuimos a recoger maletas al hotel: pasaríamos la noche en otro hotel, más al sur de la ciudad. Estas fotos son desde nuestro taxi.



El extremo norte de la calle comercial Teramachi, visto desde la avenida Sanyo (Av. 3).

Me tocó ver varios ciclistas por las calles. (En días posteriores me tocaría también ver a colegiales de secundaria y prepa en sus bicis, pero pasaron tan rápido que no pude tomarles foto.)



Iba yo en el asiento trasero de un taxi que pudo acomodarnos a todos.

Ya cerca de nuestro destino. Se perciben la Torre de Kyoto y la estación Kyoto del tren. 

Pasamos junto a otro de los grandes templos, que luego tendríamos oportunidad de apreciar más de cerca.



Llegamos al fin a nuestro hotel y descargamos maletas. 

En este momento yo tengo el gran dilema de haber olvidado que en Japón, si bien el voltaje y la forma de los contactos eléctricos son similares a los norteamericanos, no existen los contactos eléctricos con tierra. Así que mi laptop quedó descargada y mi cámara no puede ser vaciada... Modero, pues, mi cantidad de fotos, hasta poder conseguir un adaptador.

Aún así, en el Lawson que había frente al hotel, no pude dejar de tomarle foto a estas bebidas de K-On. 

Salimos, pues, y el primer objetivo fue conseguir mi adaptador.

Aparentemente, en Yodobashi Camera se podría.


Sigo con tos, así que mejor conseguirme estas mascaritas. Además, creo que a los japoneses no les caía bien escucharme toser sin tener la boca debidamente tapada con ellas.


Esta Yodobashi Camera era mucho más que una tiendota de electrónicos.



Como puede apreciarse, son cuatro pisos de electrónicos, dos de ropa, otro de "dining" y café, más un sótano de abarrotes nice.  Vaya, toda una tienda departamental.


Así que hay mucha variedad de *cualquier cosa*. Arriba, humidificadores de aire; abajo, maletas.


Y por fin consigo mi adaptador y soy feliz. 
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Mañana: la torre de Kyoto.