El sueño no solo me roba mis ideas, sino que me permite ver más claramente lo que me preocupa, lo que me atañe, esté o no bajo mi control. Y luego mi mente comienza a navegar por el mar de mis propias preocupaciones. A veces también surgen ideas; otras veces surgen críticas a los demás, o al sistema, o a mí mismo. Excepto cuando las críticas son tantas que generan tormentas, por lo regular me voy hundiendo en ese mar, tranquilamente, decididamente, y al hundirme voy quedando plácido, dejando que las ideas vaguen libres a mi alrededor y se liberen de esa restrictiva lógica a la que le llamamos sentido común. Poco a poco, me voy hundiendo en la densidad de la inconsciencia, y las ideas se tornan burbujas que ascienden y desaparecen... y ya no se ve nada; solo queda hundirse y volverse uno, simple, llano, tranquilo.
El sueño. La petit mort. Y como buena muerte, uno queda enterrado bajo el fondo de ese mar. Y lo que hay bajo ese fondo es una sopa psicodélica, un lugar que simplemente al tocarlo te permite descubrir tu esencia, tus visiones, tu vida desde el interior. El subconsciente habla, llora, ríe, canta, grita. Te permites viajar en ese mundo que tú mismo creas y, al hacerlo, conoces más sobre tí mismo.
Súbitamente emerges. Puede que no recuerdes nada o que parezca que recuerdes todo, pero despiertas y ahí estás, y descubres que el mar de tus sueños te ha lavado de preocupaciones, de culpas y de glorias, de títulos y de prejuicios. Por unos momentos, no somos nadie sino nosotros; no soy nadie sino la esencia de mi ser. Es conforme voy despertando (y ascendiendo, como en un torbellino, escalando el coral de la consciencia) que a ese "yo", solitario y puro, lo voy vistiendo de nuevo con un conjunto nuevo, o reciclado, de dudas, ideas y preocupaciones. Un nuevo día ha comenzado.
¡Buenos días!Y, quién sabe, puede que no termine de emerger sino hasta bien pasada la hora del desayuno. ^_^
Buenas noches y ¡feliz chapuzón!
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