La mañana siguiente, los preparativos para la boda de Jazmín. En casa se preparaba el mole rojo; las mujeres de la familia ayudaban en el patio.
La abuelita sopla al fuego del hornillo y vigila celosamente el procedimiento.
El calor y el aroma quebraban la fría mañana con visiones de antojos culinarios posteriores.
La mañana se fue rápido y pronto fue mediodía, momento de asistir a la iglesia. Llegamos junto con mi sobrina Lizeth y me tocó acomodar los adornos florales. El templo era pequeño, sencillo, pero muy bonito, con motivos coloniales y pinturas auténticas. Lamentablemente, me confirieron la cámara de video, de modo que no llevé la fotográfica. El sacerdote conocía a la pareja, de modo que les habló muy bonito; mis papás fungieron como padrinos de lazo y la abuelita de la foto anterior les entregó la Biblia, diciéndoles con toda ternura: "Cuando tengan dudas, consulten aquí; la Biblia les guiará en todos sus problemas".
Una hora después, ya estábamos en el pueblo vecino de Iturbe, donde se celebró la fiesta que duraría hasta pasada la medianoche.
La fiesta fue en el jardín de una de las primas de la familia. Había globos y muchos niños, porque también era el tercer cumpleaños del hijo de Jazmín.
Eso explica estos centros de mesa: en Hidalgo, es costumbre hacer fiesta cuando un niño cumple tres años; también hay una celebración en la iglesia, pues es cuando "se presenta" al crío. El angelito representa al niño. Los dulces, por cierto, fueron traídos de Puebla.
Mis padres en toda la galanura. Mi mamá luce su atuendo típico de los bautizos - aunque este no lo fue.
Procuré fotografiar el delicioso y pantagruélico menú.
Carnitas.
Consomé de borrego, creo.
Mole verde...
...y el mole rojo que prepararon en la mañana -
otra cosa, sencillamente.
Para rematar, cabeza de borrego... no pude negarme, mi primo Juan me la ofreció tan insistentemente...
Los novios bailan su vals; luego seguirían los padrinos y familiares.
Algunas horas después, el
tresañero se disfrazó de Hombre Araña, su ídolo del momento...
...solo para destruir su efigie un poco más tarde.
Para el frío de la noche que caía, unos cuantos bombones y manzanas cubiertas de chocolate.
Después vino el brindis. En Hidalgo es costumbre que los novios, tras apurar el licor, lancen sus copas hacia atrás - si se rompen al mismo tiempo, dicen, es de buena suerte.
Acto seguido, a lanzar el ramo y la liga. Aquí no hacen ronda para lanzarla, sino que las muchachas (o muchachos) se reúnen tras de la novia (o el novio) como muestra la foto.
Luego se baila una especie de ronda, donde los festejados hacen un arco, subidos en sillas, mientras los invitados pasan entre ellos... con la intención de tumbar al novio.
(Esta muchacha me gustó, pero no le digan a nadie ;-)Cuando los hombres logran tumbar al novio, se lo llevan cargando, haciendo una "procesión fúnebre".....
...encabezada por alguno de los amigos, quien le ha quitado un zapato al novio y le echa alcohol. El contenido del zapato será luego ingerido por el novio - supongo que para darle valor para su matrimonio ^_^
Pastel y gelatina, porque esto también fue una fiesta infantil, recordémoslo. No ilustrado: el tamal que aparte nos dieron de cenar. (Huelga decir que yo no tenía ni un ápice de apetito... pero eso no me detuvo para comer.)
La fiesta continuó, para beneplácito de los anfitriones. Mis papás y yo desistimos como a las 11 pm, hora a la que Liz nos llevó a casa. Esa noche dormí con mis papás, pues algunos parientes se quisieron quedar a dormir.