26 feb 2012

De librerías y solo-un-precios, comidas opíparas y paseos por Okayama.


En Okayama, como huéspedes en la casa de mis suegros, la vida transcurre entre escenas menos turísticas y más cotidianas. Es un acercamiento a la experiencia del local, que suele ser más valiosa para el extranjero, y por eso en este y los siguientes posts procuraré no quedarme corto en tales escenas, como en estas, de la librería Book-Off. 

En Book-Off, una cadena nacional, tienen una gran selección de libros de ficción y no ficción, pero también tienen muchísimo manga, así como audio y video en formatos diversos. 

La tienda se distingue por dos cosas: poder venderles los libros que ya has leído y poder comprar algunos títulos a muy bajo precio. 105 yenes son más o menos 16 pesos, hoy por hoy.

A ver quién reconoce esta serie de ánime muy, muy viejo.


Junto a esta sucursal de Book-Off hay una tienda de solo un precio con un nombre curioso. Y allá también fuimos.


(Y ahí junto hay otra tienda que se llama "Amigo".)

En Seria encontramos una variedad interesante de productos, ciertamente no de primera calidad en varios casos, pero debo admitir que sí encontré mejor nivel que en alguna tienda similar en México. Lo cual es mucho decir, porque tanto en un caso como en otro, los productos suelen ser chinos. Quizás la cuestión es que estos son productos pensados en el público japonés.


Er... organizadores, creo. (Compré algunos, de tela, para mi casa.)

Cortinas para baño.

Variedad de paraguas.

Una interesante idea: mini-audífonos de repuesto. También en la foto: mini-bocinas para conectar el reproductor de MP3. 

Aquella noche nos comimos en casa un postre que habíamos comprado tras ir a Seria, en el Lawson (piensen Oxxo) que queda enfrente.


También en este tipo de cosillas hay variedad. Oh, la variedad de las tiendas de conveniencia.

Yum.

Era el 2 de enero por la noche y Hiroko revisaba algunas de las felicitaciones de año nuevo.




Esto fue la cena: un pescado entero y algo de verdura. El pescado estaba muy rico; estaba sazonada sobre todo la parte de fuera, pero el sabor era delicado. Eso sí, es un reto usar los palillos para sacar hasta lo último aprovechable.


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La mañana siguiente, el desayuno, variado y siempre opíparo. Verduras tomadas del huerto familiar, huevo, jamón y pan con mantequilla.



Noten la consistencia de este pan, por favor. Quizás resulta un poco difícil de apreciar, pero la rebanada es generosa y bastante esponjosa. 


Mis suegros nos dieron a escoger de entre tres mermeladas; yo elegí la más exótica: de tomate. Sí, de tomate. Y estaba muy, muy rica. (Debí comprar una mientras pude.)

Tras el deasyuno en sí, un panecito relleno para acompañar al café.


En la tele, la tradicional carrera de año nuevo de Tokyo al monte Hakone, un evento extenuante y muy importante para todo atleta juvenil. Solo 20 universidades son seleccionadas anualmente para presentar a sus equipos de relevos.

Yogurt natural



Total que este día el plan era ir al centro de Okayama y vernos con algunos de los amigos de Hiroko. Lamentablemente no alcanzamos a ir al ayuntamiento este día. Es lo malo de tener el tiempo tan limitado y estar en días de asueto para todo el mundo.

"Sanyo" es un nombre que tiene relación geográfica con esta zona. "No es la Sanyo que tú conoces", me decía Hiroko cuando pregunté sobre esta gasera homónima.

Alcantarilla con el símbolo de la ciudad, Momotaro.

Nos dieron raite hasta la estación de tren más cercana. (En casa de Hiroko tenían un práctico folletito con horarios que me imagino que ha de ser común en las casas japonesas.) Llegamos apenas a tiempo.


Llegó el tren como a los tres minutos de esperar en el andén. La forma interior me recordó más a un metro que a un tren de cercanías en sí. Había una buena cantidad de gente; nos tocó ir parados, así que no hubo chance de tomar fotos.

Unos 20 minutos después estábamos en el complejo de centros comerciales anexo a la Estación Okayama.





Habíamos llegado un tanto temprano para buscar algunos encargos; luego nos veríamos con los amigos de Hiroko.







La mamá de Hiroko nos había prestado su celular.



Esto es un señalamiento para precisar exactamente en dónde hay que pararse al hacer la cola para esperar a usar un cajero automático. 

Estábamos buscando ciertos libros y no los hallábamos, así que Hiroko sugirió ir a otra librería un poco más grande. Para ello hubimos de salir y avanzar varias cuadras... y tomamos el tranvía, solo porque pudimos.

El tranvía de Okayama pasa por algunas de las calles del sector central de la ciudad. Algunos lucen modernos, pero nos tocó subirnos a uno que guardaba la apariencia original... tan bonito todo, con sus interiores de madera y sus luces así como de los años 20. 





Nos bajamos varias cuadras adelante, frente al edificio de la Sinfónica. Aquí es donde está la librería.



Objetivo encontrado: los siguientes libros de japonés dentro del curso que estoy siguiendo con Hiroko como maestra. 


 


El éxito de la operación nos compró algunos minutos, así que regresamos caminando.



Uno de los tranvías de look moderno.



Carril para bicicletas sobre la banqueta. 


Un cajero automático que recibe depósitos e incluye un teléfono - supongo, para recibir atención en caso que lo requieras...



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En el siguiente post: más Okayama; convivencias y relax.