Mañana, de nuevo al CETEA.
Hace viento. Me gusta pensar que el viento trae cambio. También trae frío; el frío trae gripa: mi papá está enfermo e Inés también.
Pero el cambio es bueno. A veces me agarra de bajada y no puedo tolerarlo. Entonces me encojo ante el viento y el frío y en mi posición fetal mi gripe anímica suena tuberculosa.
Quiero creer que ya, al fin, estoy aprendiendo a reconocer la entereza que hay en mí para afrontar el viento. El cambio es bueno y me gusta el viento. Me gustan las alturas y me gusta sentir el fresco en mi cara. Veo al horizonte: muchos retos, vicisitudes, tareas por cumplir. Todo es ir hacia adelante. No es tiempo de amedrentarse.
No tengo miedo hoy. No tengo gripa, ni real ni anímica, gracias a Dios. Hoy prefiero levantarme, creer que puedo, y disfrutar el viento. Con la ayuda de Dios, con mis propias fuerzas y la ayuda de los que me rodean. Así también podré ayudar a los demás a levantarse. Me gusta poder tender la mano.
Tanto como me gusta disfrutar el viento.
2 comentarios:
deberían vender viento enlatado
Deberían entonces vender MUCHAS cosas enlatadas (aparte de las existentes).
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