2 sep 2006

El tren Blogger. Estación Dulceácido

Chuu... ¿qué día es?




Voy despertando de nuevo. El tren es subterráneo, de modo que no estoy seguro de si es de día o de noche. Lo que sí es que vamos a todo galope. Entre sueños, veo de nuevo a la muchacha pelirroja de la vez pasada... ah... um... ¿o es la que está al fondo? Espera un momento... hay una multitud de gente pelirroja aquí... algo anda mal. Aunque, bah, ¿qué puede ser peor que un tren lleno de hadas y un andén del que solo se puede salir volando?

Veo que llegamos a la estación. Es interesante: esta estación es definitivamente moderna. Las líneas son sobrias; se escucha música interesante - hay pósters de grupos y cantantes: Miranda, Cranberries, uno grande de Placebo... La gente está vestida de colores que no pueden describirse de otra forma más que "radicales". La estación misma tiene contrastes fuertes: blanco, negro y rosa dominan la escena; grandes estrellas terminan de adornar el vestíbulo. Por los altavoces suenan los Beatles. Es inevitable bajarse. El estilo grita ser escuchado.

Conmigo - obviamente - bajan todos los pelirrojos, y la estación se llena de una marea de gente que platica en voz baja, pero animadamente. Yo salgo casi al final, pero a lo lejos diviso (ahora sí estoy seguro) a la muchacha que no se bajó en Twisted Faerie. Me doy cuenta de que esta estación tiene muchos corredores y salidas, que de repente se llenan también de pelirrojos; es como si fuera surfeando en una marea. ¿A dónde fue esa muchacha?

Salgo por una salida que dice: "Salida: Plaza Tim Burton". Salgo a un parquecito donde lo primero que veo es una estatua de Beetlejuice, a todo color, claro. Porque si algo aquí no falta es el color. Sobre todo rosa, blanco y negro. Y estrellas. La arquitectura local se llena de estrellas.

Hay varios establecimientos en la zona que tienen estrellas verdes; me doy cuenta de que son farmacias (¿aquí también abundan, entonces?). Parece que en este lugar importan más las preferencias locales que los estándares internacionales. Y posiblemente, sin querer, eso lo dije en voz, porque algunos pelirrojos transeúntes se me quedan mirando con cara de "¿y eso qué?"... aunque no me dicen nada.

Veamos... esta vez optaré por algo diferente. Tomaremos un taxi. Ahí hay varios (una estrella a cuadros amarillos y negros señala la parada). "¿Me da un tour de la ciudad por $500, hasta donde me alcance?"

Lo primero que hizo mi conductora (porque era mujer) fue entregarme un panfleto turístico con grandes letras rosas sobre un fondo blanco y negro a rayas. El panfleto no era común tampoco. Estaba escrito de manera amena, pero un tanto codificada... como que muy profunda. Traía, sí, algunas indicaciones claras, como: "en la ciudad están estrictamente prohibidas las serpientes", o "confía secretos bajo tu propio riesgo". Pero, de todas formas...

- "Oiga, no le entiendo mucho a las descripciones de los lugares..."
Arrancando el taxi, me miró con cara de "otro primerizo".
- "Es que no describe lugares, señor, describe sentidos y momentos. Mire, como los filtros de nuestras almas, que no dejan pasar a cualquiera, pero todo pasa por nosotros. O como aquel momento de su vida en que todo lo vio de colores aunque el mundo dejó de entenderlo. Así es el panfleto. No intente comprenderlo; deje que él lo comprenda a usted." O algo así me dijo. Total, yo lo único que entendí fue "ud. disfrute el viaje" y eso me dispuse a hacer.

Subimos a un mirador. La ciudad está rodeada de cerros verdes. Hace fresco ("aquí somos alérgicos al calor, así que lo desterramos por siempre jamás"). En la ciudad hay múltiples monumentos que alcanzan a verse, así como hermosas avenidas. A lo lejos hay un aeropuerto. Mientras yo me deleitaba, mi conductora me seguía hablando, quizás con afan de que no solo conociera, sino entendiera a la ciudad.

"Nos gustan muchas cosas. En esta ciudad muchos nos consideramos nerds, pero no geeks. Usted tiene cara de geek." (Omitió el "con todo respeto", pero la verdad es que me lo dijo en un tono de total diversión y sinceridad, sin intención de ofender.) "Aquí no somos así. Bueno, somos iguales, pero bien diferentes. Lo que sí no nos gusta, son las tonterías. Las amamos, pero la verdad más bien las odiamos. Las amamos cuando no son en serio. Pero esta ciudad no es para la gente tonta. La gente debe poder hacer las preguntas correctas."

"Tampoco nos gustan los exagerados. Pero hay mucha gente que hemos declarado dignos de admiración y respeto. ¡Oh, Dios, es que hay gente guapa y talentosa en este mundo! Por eso ves tantos monumentos." (¿A qué horas me comenzó a tutear? Qué bien, ya estamos en confianza.) "La tasa de natalidad no es muy alta; a lo mejor es porque nuestros niños y adolescentes no son tan felices como nuestros adultos." Ante esto me quedo perplejo. "¿Eso no es un problema?", le pregunto. "No; a quien quiera y se lo merezca, lo adoptamos y lo volvemos pelirrojo. Y ya. Y si lo queremos, lo podemos educar." Me sonrió alegremente, con una expresión que me hizo pensar que, para ella, la vida no podría ser más sencilla.

Bajamos por la avenida. Veo muchos edificios de oficinas. Pasa algo parecido al de la estación pasada: muchos habitantes apesadumbrados por aquí. Me imagino que el trabajo tiene ese tipo de efectos en la gente a la que le gusta expresarse creativamente. Encuentro que muchas de las empresas tienen que ver con informática o telecomunicaciones. Pero luego llegamos a otro barrio de la ciudad y la cosa se pone más alegre: bohemia, cantadora... vuelvo a ver músicos con guitarras... esas caras me parecen cada vez más conocidas.

Veo parejas. En muchos casos, una de las dos personas no es pelirroja. Las parejas no van de la mano; algunas van sueltas, más bien como amigos muy cercanos o como hermanos... otros se ven más acaramelados, pero discretamente. Una muchacha alta lleva a su novio a un edificio alto que dice "Centro de adopción y pelirrojización".

Es de tarde. Mi conductora me ha llevado a uno de los muchos restaurantes vegetarianos que hay en la ciudad. Una muchacha cool recita poesía de muchos colores mientras degustamos un platillo que nunca había probado. Aquí ya me doy cuenta de que, en realidad, esta ciudad tiene mucho de turístico; hay gente de muchos lados. ¿Por qué no vi a tantos en el andén, entonces? Tal vez porque este es uno de los lugares en los que es tan fácil permanecer azorados, encantados, que las visitas se prolongan hasta que a uno se le olvida irse. Aparte, la gente de otros lugares es útil para tareas que no son del agrado de los lugareños; por ejemplo, para poner talleres mecánicos... aunque al final, les gusta hacer las cosas por sí mismos.

Es noche y se me va a ir el último tren, así que pido a mi conductora que me lleve cerca de la estación. Me bajo frente a un cine y voy a dar de nuevo a la Plaza Tim Burton. Los faroles iluminan siluetas en forma de estrella sobre el piso de cantera ro sada. En una banca diviso de nuevo a la persona que me encontré ya tantas veces... Ahora me decido a hablarle. Es bajita, lleva lentes de marco grueso y toca en la guitarra canciones que reconozco. Canta en voz baja, como con pena de que la oigan, pero la verdad es que canta estupendamente. Se ve feliz. Me regalará un souvenir esta noche: un llavero rosa y negro en forma de estrella, que dice "Harry Potter es genial".

Lo que platicamos, no lo diré. Pero tras este momento, termino de darme cuenta de que, en efecto, este lugar tan cool, de opiniones fuertes, humor un tanto ñoño y sensaciones abiertas para quien las quiera tomar es, también, un lugar para dejar parte del corazón a que se enraize. Debe haber parcelas de corazones por algún lado, con gente rosa y negro que las cultiva. O tal vez no son corazones, sino estrellas.

¡Váaaamonos!

3 comentarios:

marisol dijo...

Ay no manches Fer, neta que muchísimas gracias por tomarte el tiempo para hacer esto y compartirlo con los amigos que te queremos mucho.

Y gracias por recordarme que a pesar de lo berrinchuda que soy, hay grandes cosas en mi vida.

chuuuu

Prismatico dijo...

Esta muy cura tu escrito aunque un poco largo, pero bien hecho neta!!

52X Max dijo...

hey, esta estacion rifa