Después de conocer Akihabara, Satomi, Minori, mi novia Hiroko y un servidor abordamos el tren con destino a la isla artificial de Odaiba.
Uno de los locales comerciales apostados en la estación de JR de Akihabara vende este producto tan peculiar: es la misma nieve de mochi que comí a mi llegada a Tokyo.
La estación de Akihabara, además de ser el portal de acceso al barrio electrónico, es un importante punto de transferencia. Aquí estamos esperando el tren de la línea Yamanote.
Bajamos en la estación Shimbashi, una de las más viejas de Japón, para tomar el Yurikamome.
El Nuevo Tránsito Yurikamome (新交通ゆりかもめ) es un tren elevado que conecta parte de la línea costera de Tokyo con la isla de Odaiba. La palabra "yurikamome" se refiere a un tipo de gaviota típico de este lugar.
Hay que salir de la estación de JR y caminar a la terminal del Yurikamome, que es un sistema independiente. A diferencia de la mayoría de los trenes, éste es automatizado.
Hiroko me dice: "Toma foto de este fenómeno... en Tokyo la gente se para a la izquierda de la escalera automática y camina por la derecha. En Osaka es al revés."
La estación es espaciosa. Cada estación tiene un color y un patrón distintivo.
Va atardeciendo, aunque es temprano. El tren ha pasado por cinco estaciones y el Puente Arcoiris (que, lamentablemente, no estaba iluminado todavía).
Odaiba (お台場)es una isla de varias islas artificiales en la Bahía de Tokyo. Fue reclamada al mar a mediados del siglo XIX con propósitos defensivos. Hoy en día la cubren principalmente parques, centros comerciales y otros atractivos turísticos, así como zonas residenciales.
Si hacen click en la foto para aumentarla, podrán divisar una réplica de la Estatua de la Libertad.
Justo al bajar de la estación, el viento marino nos ataca. Entramos por error a un hotel, dentro del cual había una especie de capilla para casamientos...
Pasamos por una tienda de regalos varios, donde (entre otros) abundaba la mercancía de Sanrio. También entramos a una pastelería. Aparentemente las muchachas japonesas viven obsesionadas por los postres y pasteles finos.
Al fondo, más centros comerciales. Estamos en este momento en una explanada que nos conducirá al edificio de Fuji TV, una de las principales cadenas de medios en Japón. (Es el edificio en la foto al inicio de este post.)
La entrada contiene algunos motivos navideños y, por alguna razón, una réplica de la cápsula que rescató a los mineros en Chile a fines del año pasado. El tubo de la derecha son las escaleras de acceso.
Las camionetitas venden comida; también hay un puesto de información y está la taquilla para entrar al edificio.
Las muchachas me explicaron el por qué de la cápsula. Más o menos al mismo tiempo que sucedió el rescate, un famoso comediante, llamado "Mecha", venía saliendo de una enfermedad que lo mantuvo fuera de las pantallas. Cuando hizo su triunfal regreso, salió de esta cápsula, "rescatado".
Sigue siendo 25 de diciembre.
Tras comprar los boletos y subir por las escaleras, llegamos a una explanada (vista de la misma en la foto inferior). Desde aquí se puede acceder a la tienda de recuerdos de Fuji TV y sus muchas propiedades creativas: noticieros, programas de concurso y caricaturas como Sazae-san, que se produce desde 1969 - podríamos imaginar que es una especie de La Familia Burrón japonesa.
Sobre Sazae-san, comenta Hiroko: "Esta caricatura la pasan siempre los domingos en la noche, así que verla tiene un sabor de tristeza por saber que se acaba el fin de semana..."
Solo algunos pisos están abiertos a los visitantes. Entre ellos, la "bola" que funge de mirador y desde donde (se supone) se puede ver el Monte Fuji en días claros. Subir ahí cuesta...
Afortunadamente, podemos subir gratuitamente a otro piso que alberga un museo, a la misma altura de "la bola". A través del cristal vemos varias otras islas artificiales de menor tamaño.
Esta rueda de la fortuna se llama "Daikanransha". Inaugurada en 1999, era la más grande del mundo en ese entonces. Hoy día es la tercera más grande de Tokyo.
Va atardeciendo al bajar.
El interior de los tubos que conducen a los "pisos para turistas".
En uno de los pisos intermedios se halla un museo dedicado a la identidad de Fuji TV y de sus principales programas.
La pequeña Minori junto al vestido de una artista de gran talla (literalmente).
No sé de qué se trata esto, pero evidentemente tiene que ver con estereotipos... o con chistes ("un estadounidense, un chef, una china, un mexicano y un mongol entran en un bar...")
Las noticias de la mañana, con su anfitriona, Hiroko.
Estos sets en miniatura están dispuestos en un pasillo. En la pared contraria a ellos hay ventanas que miran a sets reales, los cuales se prohibe fotografiar. En un par de ellos se hacían preparaciones de escenarios para programas futuros.
Regresamos al nivel de la calle y los arbolitos ya lucen su iluminación.
Este árbol en particular cambiaba de colores de manera hipnótica...
El edificio de noche. Frente a este edificio hay varios centros comerciales. De ahí que por aquí pase un camión turístico gratuito, el cual esperamos... quizás por demasiado tiempo para el frío que hacía. De ahí que decidimos tomar (por primera y única vez en el viaje) un taxi.
Los taxis japoneses siempre son carros con finta lujosa. Los uniformados choferes incluso tienen cierto aire refinado. Están, por supuesto, armados con sendos sistemas de navegación.
El taxi nos llevó a la cercana zona de "Palette Town", donde encontramos al Profesor Oak, que nos dio a escoger entre tres Pokemones iniciales entramos al centro comercial Venus Fort.
"To prevent influenza, gargle." Hacer gárgaras es una costumbre que se enseña a los japoneses desde niños para prevenir enfermedades respiratorias.
Si no tuviste tu cena navideña el 24, no importa, tienes hasta el 26.
El centro comercial semeja a alguna ciudad italiana del renacimiento. El cielo falso alterna entre día y noche con cierta frecuencia; la iluminación de las "calles" también cambia.
Una magnífica fuente.
Las muchachas tienen hambre y conocen un lugar interesante en la plaza...
...así que esta noche cenaremos sushi en un lugar de esos donde los platillos pasan en una banda sin fin. El lugar estaba lleno al llegar; hubo que esperar a que se desocuparan cuatro asientos contiguos.
Yummy.
El color del plato corresponde al precio del platillo. Conforme uno come, va haciendo una pila de platos que corresponderán, al final, a la cuenta a pagar.
Sentado en la barra, uno puede tomar el sushi que más le apetezca, que irá pasando frente a uno. "No tomes los que estén muy secos", me recomiendan.
El té verde caliente se proporciona como cortesía de la casa.
Este es el menú. Si no hay nada convincente en la banda o se desea algo especial, o más fresco, puede pedírsele al cocinero. Satomi y Minori así lo hicieron, y pasó algo muy extraño: el pedido tardó en llegar. Al reclamar ellas, el cocinero aparentemente se enojó con sus ayudantes y les reclamó frente a los comensales - lo mínimo que se puede esperar en Japón, al parecer.
Aquí fue donde dejé de tomar fotos a todos los platillos. Entre Hiroko y yo completamos una torre de como quince platitos.
Al salir del restaurante, fuimos a la fuente para ver un espectáculo de nieve artificial.
Los japoneses pueden tener contacto con la nieve real de vez en cuando, pero también saben apreciar las ilusiones como ésta.
Más tarde pasamos por el salón de exhibiciones de Toyota, que... aparentemente no mostraba nada especial. No alcanzamos a llegar a la rueda de la fortuna, pues se hacía tarde y los trenes dejarían de circular.
Tomamos, pues, el Yurikamome de regreso, lo cual nos permitió ver al Puente Arcoiris desde lejos, con toda su majestuosidad. La foto, sin embargo, resultó pésima... lo siento. >_<
Esta noche, Satomi y Minori durmieron con nosotros, de modo que nos cambiamos a un cuarto más grande, donde sí cabían nuestras maletas (yay!). El día siguiente sería igualmente emocionante y lleno de nuevas experiencias.
1 comentario:
Aaaaah que chiloooo!!! la verdad uno de los países que quisiera conocer: Japón.
Oye y aprovechando que estaban en el hotel-capilla se hubieran casado pueeees!!! hahaha ntc
Saludooooos
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