Aquí, algo de contexto. Japón conoció la Navidad con la ocupación norteamericana. No es para ellos una costumbre arraigada en un contexto religioso / cultural, como en el caso de Occidente. La adaptación de la Navidad ocurrió, sin embargo, adoptando el otro gran espíritu de la época: el consumismo. A esto, la nación oriental le agregó un carácter propio: la nochebuena nipona es la noche de los enamorados.
Lucecitas por todos lados contribuyen a crear ambientes de ensueño y misticismo para las parejas.
Roppongi Hills es un conjunto urbano creado recientemente. Incluye oficinas, residencias, centros culturales y de entretenimiento. Relativamente cercano a Shibuya y Shinjuku, quien vive en Roppongi es porque tiene mucho, mucho dinero. Este es el edificio emblemático, la Torre Mori, nombrada tras el magnate inmobiliario que creó esta zona.
La relativamente cercana Torre de Tokyo, en su momento la estructura más alta de la ciudad, es un buen ejemplo de uno de los principios japoneses: "observar, adaptar, mejorar". La Torre de Tokyo emula a la Torre Eiffel, en París, y de hecho la sobrepasa en altura. En este día de "San Valentín en Navidad" mostraba luces conmemorativas.
El ambiente se prestaba para el romanticismo... y hacía mucho frío.
En la parte baja de la Torre Mori hay tiendas de marcas exclusivas, cafés y cines.
Satomi y Minori, nuestras amigas y anfitrionas, nos instan a que acudamos al evento de Navidad que se realiza en lo alto de la torre, en el "Tokyo City View". Y allá vamos.
Haciendo fila en una escalera de caracol, obtenemos esta vista. Hay que esperar 40 minutos para entrar, nos dicen.
El lugar es de arquitectura moderna, pero eso no hace mucho más disfrutable la espera. Eso sí, la fila es civilizada, sin empujones ni gritos... de alguna manera, los tokiotas habrán adaptado el hacer fila como parte de su vida y lo aceptan pacíficamente.
Los boletos, al fin! El espectáculo consiste en una exposición astronómica en un espacio dedicado a ello.
Este es el vestíbulo que se encuentra al salir de los elevadores, que nos habrán levantado casi 50 pisos en menos de un minuto. El boleto que compramos nos daba derecho a entrar también al Museo de Arte Mori (al fondo de la foto), pero éste ya había cerrado.
Dentro del "Sky Planetarium" no me permiten tomar foto. Pasando este letrero había una persona que colocaba estrellas de goma en la pared en posiciones precisas. En cierto momento, preguntó en japonés cuál era determinada estrella. Reconocí que había bosquejado a la constelación de Orión y me atreví a responder: "Betelgeuse". "Din-don!" nos dice el fulano, y nos regala a los cuatro pelotitas de goma. El personaje resultó ser un astrónomo famoso que frecuentemente aparece en televisión.
El show del "Sky Planetarium" incluía una maqueta de Tokyo con estrellas en el cielo, así como un par de presentaciones más sobre las estrellas - entre ellas una vista tridimensional de la posición actual de todas las estrellas alrededor nuestro, a mil años luz a la redonda.
Saliendo del planetari (y su respectiva tienda de souvenirs) pasamos a los pasillos que rodean el edificio, comunicando lounges y cafés y mostrando hermosas panorámicas.
Al centro de esta estancia había un arbolito que (curiosamente) mostraba figuras del Zodiaco (el griego, no el chino). Más sincretismos.
La marea de parejas y su incesante empujar no nos permitían tomar muchas fotos... hice lo que pude, soy inocente.
Para tomar esta foto, Hiroko movió un poco cierta barrera divisoria. Medio minuto después, una persona proclamó fuertemente: "Alguien movió esta barrera; no se deben mover, porque estamos tomando fotos a las personas que pagaron por ellas..." Esta proclama, si en mi tierra es irrisoria pero aún así da pena, en Japón (la tierra de la conciencia social) es horrible.
Minori, Satomi y Hiroko con el árbol sincrético y varios colados.
Ya moríamos de cansancio y faltaba poco para que el metro cesara operaciones. Tras pasar rápidamente por una expo fotográfica, nos dirigimos de regreso y nos despedimos en la estación. Satomi nos dio instrucciones de cómo regresar a nuestro hotel, donde (de alguna manera) logramos abrir maletas, bañarnos y dormir.
En el techo de una de las salidas de la estación de metro de Roppongi, un enorme display que anunciaba los nuevos destinos de American Airlines. Fue la última impresión del día... tras tantos anuncios, pantallas luminosas, mares de jóvenes vestidos a la moda y un ambiente moderno y festivo, no tardé mucho en descubrir que el cansancio del viaje había valido la pena.
1 comentario:
Torre Mori... me hizo recordar a Rubi (Barbara Mori) hehe...
y ohh que lindos se ven en la foto :D
Publicar un comentario