Se me ocurrió que podía volver a escribir de manera casual, como lo hacía antes.
No es tan sencillo. Escribir, sea para otros o para uno mismo, conlleva sinceridad. Esto no es cómodo si quien escribe no está del todo contento con lo que es o lo que hace. La escritura siempre lleva algo de uno mismo - se convierte en un espejo. Y pasa que, a veces, no queremos mirarnos.
Por otro lado, creo que nunca intenté que mis blogs fueran diarios personales. Siempre he tenido la conciencia de que escribo hacia un público que a veces desconozco, pero siempre puede volverse tangible: algo que ha pasado con frecuencia en mi vida, con resultados muy mayormente positivos.
Esto también significa generar expectativas. Los lectores esperan el blog que acostumbran leer. El escritor, en mi caso, espera lectores y espera que éstos puedan entender sus mensajes. Pero también me ha pasado que, consciente de la interacción social, real, que el blog genera y complementa, me da por ser cuidadoso de lo que hago en la virtualidad.
La ciberimagen personal (por falta de otro término mejor) es un hecho de la convivencia contemporánea, y más aún con las redes sociales. De ahí que, de hecho, se recomiende constantemente el cuidado de esa faz electrónica: cuidado con las fotos en Facebook, con los comentarios mal ubicados que pueden costarle a uno el trabajo; cuidado con lo que se dice en Twitter, no sea que no le guste a alguien demasiado poderoso; aguas con las evidencias incriminatorias de cualquier tipo, que pueden acarrear problemas en la vida personal o por lo menos ser comidilla del pueblo, sea por un rato o por toda la vida. También están las personas que no toman de ello ni conciencia ni partido.
En resumen, yo procuro ser cuidadoso al manejar mi imagen, pero a veces me pregunto si dejo que sea la imagen la que me maneje a mí. Qué existencia tan banal, tan falta de autenticidad estoy llevando si es así.
Así que fuera miedos. A vivir como antes, sin importar si los demás están o no de acuerdo. Mirémonos en este espejo, aunque sea de vez en cuando.
Mientras tanto, afuera sigue lloviendo.
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