- La solución es legalizar las drogas. El transporte, la venta, el consumo, todo. Y luego que el gobierno cobre los impuestos. Mire usted, ¡ya estuviéramos en el primer mundo!
- ¡Legalizar las drogas! Cómo cree, don Ramiro... si así como estamos nos tienen agarrados de los huevitos - vociferó don Arturo, haciendo una gráfica seña - imagínese si fueran legales. Aparte entonces se nos enojan los "güeros" y pa' qué queremos...
La cantina no solía ser lugar de discusiones productivas, pero una vez más, Arturo y Ramiro resolvían el mundo, cerveza en mano.
- Pero ahí está Europa, don Arturo. Ahí está el ejemplo de Holanda, ya ve, ni la hacen tan de pedo los weyes, y allá se vive mejor que aquí.
- Cómo va usté a comparar, don Ramiro. Allá tienen lana. ¡Lana! Y tienen educación... tienen otra mentalidad. Ya ve, hasta prostitutas en sus vitrinas. - Y bebió de su tarro.
- Sí, bueno. Pero aquí también tenemos un gran sistema educativo, don Arturo.
- ¡Ja, ja, ja... cómo cree! Los maestros de hoy valen para pura...
- Pues a eso voy, don Arturo. Fíjese nomás. Yo me acuerdo que mi papá me contaba maravillas de sus maestros. Esos sí educaban. Pero nomás se fueron haciendo malos. Pero los maestros, por qué están como están: por el sindicato. Así es como se echaron a perder. Ahí está nomás Perla, mi ahijadita; se le ocurrió meterse al "sindicato de oposición" y ya ni plaza la dejaron tomar.
- Pues por eso, usted mismo lo está diciendo; no podemos confiar en nuestro sistema educativo. Oye, chaval, tráeme otra - señaló de súbito Arturo a un mesero.
- Y otra para mí. Pues sí, mire. En donde quiera que hay sindicatos, así como pue' que funcionen, pue' que no... y la mera neta, los líderes sindicales nomás se embolsan la lana y ya. Mire, ahí está el sindicato de mineros: ¿qué hicieron por los mineros que quedaron atrapados en las minas el año pasado? Ni madres, don Arturo.
- Sí, pues. Está de la chingada. - Las botellas han llegado. - Salud, don Ramiro.
- Salud.
Sendos tragos.
- Entonces, ahí le va mi plan - continúa Ramiro. - Que legalicen las drogas, se hacen empresas, y luego se hacen sindicatos. Imagínese. "El Sindicato Único de la Industria del Enervante." Y así les va a ir. Mire, en chinguiza van a hundir a todos los carteles. Ahí luego verá a los sicarios haciendo marchas y plantones en el Zócalo.
- Hasta cree que los sicarios necesitan un sindicato. No mame, don Ramiro.
- Pues si son los más oprimidos de todos. Muchos le entran a eso porque no tienen de otra. Y luego ya saben que bien pronto se van a morir. Tienen que disfrutar en chinga su lana porque ya saben que tarde o temprano se los van a quebrar, o van a dar al bote, o las dos. Pero si tienen un líder sindical, con cuotas y toda la cosa... la unión hace la fuerza. Y pues al final, ellos son los que manejan las armas. Se pueden amotinar si quieren.
- Achis. Una revolución, compadre, ¿o qué? Qué jaladas son esas.
- Pues no hace falta tanto. Mire nomás, unos cuantos narcos que tengan buena cabeza y que se organizaran por debajo del agua... un buen porcentaje de cuotas sindicales... y al ratito, mire, ahí tiene a un grupo de poder que no son los cabecillas mismos. Los sicarios obtienen derechos por la fuerza, exigen sus horas laborales, equipo de protección... se hacen plazas...
- Y que se traigan a la Gordillo de lideresa. Con esa cantidad de lana, sí le entra.
- Ándele. Y entonces se vuelven ineficientes y ahí sí, los narcos a la chingada, se acaba el problema de las drogas.
- ¡Ja, ja, ja... qué don Ramiro! Mejor chúpele. Salud.
- Salud.
- Exacto. S
1 comentario:
Hey, cuando vengas a Monterrey y puedas, avísame para ir a solucionar el mundo en algún café o bar (no recuerdo si tomas)
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