17 dic 2005

¿Cuántos elefantes toma regresar por la garita antes de Navidad?

Oh scheisse. El supersistema de Blogger se confundió con mis tags y se perdieron buena cantidad de líneas que ya tenía yo escritas. De modo que... ahí voy de nuevo:

Resulta que la operación Sgenius Claus de este año resultó, en su mayor parte, un éxito. No solo utilicé al máximo mi cora gastada en el tiempo del parquímetro (tardé 57 minutos en depositar el crédito, ir a la JCPenney y regresar al carro) sino que compré la mayor parte de los regalos: solo falta el de mi madre y una chocolatosa dotación para mis amigos que me toque ver en estas fechas. All in all, it was a good trip.

Aquí hay que notar, sin embargo, que me vi en una embarazosa situación que derivó en una nueva medición del tiempo y la distancia automovilísticos. Sí, realmente el Fernando no tiene nada más útil qué hacer... pero, bueno, procedo a relatar:

Eran como las 5:45 y yo iba sobre Imperial Ave hacia la Walmart, en busca de los regalos que me habían hecho falta y mofándome de la millésima (sería kilométrica pero los gringos miden en millas) fila que como de costumbre se forma en estas fechas para regresar a Mexicali City. Mofábame yo para mis adentros: "¡Jo, jo, jo; no pensaron en mi solución: regresar por la garita nueva, cual haré en cuanto salga de la Walmart!" (Lo de jo-jo-jo es una risa irónico-navideña, claro está.)

Se dieron las 6:30 y yo ya traía en la cabeza tratar de llegar a tiempo al bloggercafé citado por Ave, que era a las 7:00. Sabía que llegaría tarde, pero siendo que apenas iba saliendo de la tienda, no podría hacer demasiado. Cuando estos pensamientos dejaron de nublarme, me di cuenta de que mis músculos motores habían tomado la decisión por mí (¿el impulso reflejo, acaso?) de tomar precisamente Imperial Ave hacia el sur, empujándome entre la fila de carros de la que me mofaba 45 minutos antes y diciéndome, in your face!

Ahora, ¿qué hacer? Tras despotricar lo suficiente como para creérmela de que en efecto fueron mis músculos quienes habían tomado vida propia, y no mi yo consciente y distraído (¿distraído yoooooo?), decidí que mi deber como geek era, antes de aburrirme, dar un verdadero sentido a este tiempo transcurrido. Obvio es que las DKdP no me servirían de nada, pues esta medida fue formulada para medir rapidez comiendo y corriendo, no lentitud arrastrándose y aburriéndose. Era necesario un nuevo procedimiento.

Así, sin saber cómo, de la nada formulóse la respuesta en mis labios, cual momento de iluminación divina:

Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña,
como veía que resistía fue a llamar a otro elefante.
Dos elefantes...
(me canso que aguanto hasta que se acabe esta fila!) ...se columpiaban...
Estos son los resultados de mi experimento.
  • El primer elefante se columpiaba justo sobre el Canal Todo Americano. Un largo camino por recorrer.
  • Los 10 elefantes llegaron ni doce metros enfrente.
  • Los 50 elefantes se mecían frente a la agencia de la Ford (notarán que la fila no se distinguía por su rapidez).
  • En Birch St, mejor conocida como la carretera 98 o 'la calle donde te metías para ir a la Fed-Mart' se acumulaban ya 97 elefantes. Es decir, los 100 elefantes me encontraron ya en pleno Calexico.
  • Aquí las cosas se comenzaron a agilizar, y los 150 elefantes sucedieron frente al Jack in the Box, adelantito del California Supermarket, mundialmente conocido por sus cajas de piernas de pollo y sus empanadas de a 3 por 99 centavos.
  • Imperial y Segunda. Unos cuantos metros más y estaría de nuevo en México, mi hogar. Eran los 176 elefantes y la oficial dejaba pasar la circulación... hasta que vio el carrito de sgenius y le gustó para que fuera el primero en detenerse. Esta vil y baja acción me costó cerca de 20 elefantes, destruyendo toda expectativa de cruzar la frontera antes de los doscientos. Tengo conciencia de haberlo recriminado a la oficial, más o menos de la manera siguiente: "Hey you m***fu****'n cop, you just costed me twenty elephants!" *
  • El surgimiento de baches en el pavimento, marcando la entrada a Latinoamérica, coincidió con el subsecuente balanceo de 206 elefantes. Pero aquí no acaba la cosa: falta la tétrica revisión...
  • ...pero el semáforo fiscal decidió confiar en mí, dejándome en la Av. Madero con la gloriosa cantidad de (redoble de tambores)

doscientos once elefantes.

Una vez más, sgenius presta su valiosa ayuda a la comunidad científica del mundo, resolviendo esos dilemas que siempre quisiste saber, pero jamás te atreviste a confirmar.

* Nota sobre mi reclamación a la oficial de policía acerca de la pérdida de 20 elefantes por su culpa: Realmente no ocurrió. Al menos no así. Ocurrió en mi mente, eso sí. Pero eso debería bastar -- es mi versión de la verdad, y dado que no hay nadie para desmentirme... hey, ¿por qué me miras así? ¿Acaso le dirías algo así a una oficial de policía gringa?

3 comentarios:

Unknown dijo...

los elefantes, como siempre, reinano el universo

Tu padre dijo...

No mam*s!
jajajaaajajajaja


Que perreado!

avedeeo dijo...

reinano :)